Uno
de mis platos favoritos son los ñoquis. Caseros, por supuesto. Y
como es tradición en Uruguay, los hago los días 29.
Hay
diferentes historias alrededor de esta tradición uruguaya, que hoy
toman las fábricas de pasta para vender más.
Una
de ellas dice que San Pantaleón,
quien en el Siglo III peregrinó por el norte de Italia, la noche del
29 de julio tenía hambre y les pidió pan a unos campesinos de la
zona, quienes lo invitaron a compartir la mesa.
San
Pantaleón, agradecido, bendijo la mesa y les dijo que por su
generosidad les esperaría un año de grandes cosechas y muy buena
pesca. La historia dice que la
profecía se cumplió y en honor al Santo cada 29 se repetiría
aquella comida: ñoquis.
En
el Siglo XIX, muchos años después de San Pantaleón llegaron muchos
inmigrantes italianos al Río de la Plata. Algunos tenían buenos
trabajos y otros no. La segunda historia dice que la comunidad
italiana en el Rio de la Plata era muy unida, y a fin de mes aquellos
que tenían una mejor situación económica invitaban a comer a
aquellos que estaban un poco peor. Para esto hacían un plato de bajo
costo, que eran los ñoquis. Y se dice que para ayudarlos, le ponían
una moneda debajo del plato, de donde vendría esta segunda
tradición.
Más
allá de las historias, para mi es una excelente excusa y motivación
para hacer ñoquis ;-)
Cuando
empecé a comer sin trigo y sin huevo, tuve que probar hasta
encontrar la forma de poder continuar comiendo ñoquis, y poniendo la
moneda debajo del plato, claro.
Te
dejo la receta de tres formas de hacer ñoquis: la que hice siempre,
con harina de trigo y huevo, que aprendí mientras estudiaba cocina y
que siempre me sacó airosa con los invitados; luego la variante que
probé con harina de arroz y mandioca; y por último la sustitución
del huevo.
Todas las probé, y en todas cociné las papas en el
microondas como cuento en este post.